La crisis más anunciada: por qué el BIS diagnostica la democracia como problema (y Milei, Trump y Le Pen como solución)
El Banco Internacional de Pagos advierte de una convergencia peligrosa: deuda pública en niveles históricos y banca en la sombra expandiéndose sin supervisión democrática efectiva. Pablo Hernández de Cos, director general del BIS, pronunció en noviembre de 2025 un discurso en la London School of Economics que diagnostica técnicamente la fragilidad sistémica pero identifica como problema el «sesgo democrático al déficit», la incapacidad política de implementar austeridad. Esta inversión ideológica oculta tres cuestiones: primero, que el verdadero riesgo proviene de arquitecturas financieras opacas (hedge funds hiperalapalancados, mercados de repos sin garantías adecuadas, interconexión entre derivados de divisas) que la democracia no puede supervisar; segundo, que la consolidación fiscal solo es viable mediante supresión de preferencias democráticas sobre reproducción social, como demostró Polanyi en los años treinta y confirman hoy Milei, Trump o Le Pen; tercero, y más importante, que el análisis técnico despolitiza deliberadamente las relaciones de poder, ocultando cómo el campo financiero ha acumulado un meta-capital sobre el Estado que condiciona qué es pensable políticamente. La Teoría Monetaria Moderna y la Economía Social y Solidaria ofrecen análisis técnicamente correctos pero, como señala Grace Blakeley, el análisis correcto no basta sin poder para implementarlo: cambiar la arquitectura institucional requiere construir capacidades contrahegemónicas (federaciones ESS, alianzas sindicales, hegemonía cultural) que aún apenas existen coordinadamente.

