Sopa de letras (y yo más…)
La sopa de letras con que a menudo vienen denominados los emprendimientos (entendidos en sentido amplio) de transformación social (Empresas sociales, Economía Social, Solidaria, etc.) parece responder a una realidad fragmentada. Se puede apuntar que debe ser así pues la realidad de la transformación es compleja y por tanto también es bueno que los abordajes lo sean. Una buena «guía aclaratoria» de referencias sobre qué significa cada cosa se puede encontrar en la entrada del blog de mi amigo Toby. En mi caso a menudo utilizo una metáfora proveniente de la lingüística: las lenguas de sustrato (que hacen que una misma realidad de base se amolde a las «lenguas de sustrato» o contexto cultural-social-político histórico en los territorios en los que se desarrolla). De todas formas no quería referirme a esto en esta entrada de nuestro blog. Sino a otro tema.
A mi entender el problema reside no en las propuestas terminológicas sino en si estas son abiertas, mestizas, capaces de aceptar sus limitaciones o, por el contrario, son puristas, engreídas o endogámicas. Desde SOKIO nuestra pretensión es trabajar sin esas «fronteras» identitarias, lo que a menudo provoca que tengamos que utilizar palabros más raros como el de emprendimientos con vocación de transformación social, que por su «novedad» pueden acoger a más propuestas.
Pero ¿qué pueden tener de malo propuestas con una fuerte carga identitaria? Para responderlo, en mi caso, me gusta echar mano de la idea del Somos el 99% (esa que surge en Occupy Wall Street como un buen eslogan político). Es decir hace referencia a que en realidad estamos aislados, y no nos damos cuenta de que en verdad somos mayoría. Pero claro eso es más un deseo que una realidad social, pues creo que es fácil darse cuenta de que para llegar a ser, no ya el 99%, sino tan solo el 51% o puede que el 40% no podemos conseguirlo con las persuadidas y soberbias estrategias del proselitismo, sino con las humildes y abiertas del mestizaje, el nomadismo…
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